Las legumbres tienen múltiples virtudes, algunas más conocidas que otras. En nuestro imaginario gastronómico, donde los platos de cuchara ocupan un lugar destacado, todavía se las asocia a recetas pesadas, copiosas y poco saludables. Sin embargo, no tiene por qué ser así. De hecho, no lo es: las legumbres pueden emplearse en múltiples preparaciones ligeras, desde refrescantes ensaladas veraniegas y patés para hacer un picoteo saludable (como el «hummus» de garbanzos), hasta caldos, guisos y potajes vegetales.
En España tomamos unos tres kilos de legumbres por persona al año. Esta cantidad, según el último ‘Informe del Consumo Alimentario‘, supone un aumento respecto a años anteriores, pero para los dietistas-nutricionistas resulta todavía insuficiente. Su presencia en nuestra dieta, dicen, debería ser mayor de lo que es. En este sentido, las legumbres ya cocidas en conserva (que representan ya la mitad del consumo) son un aliado crucial, sobre todo para quienes no tienen demasiado tiempo para dedicarle a la cocina. Un bote de legumbres es un magnífico ejemplo de buen procesado industrial: es práctico, barato, duradero y nos permite resolver una comida con un alimento de buena calidad nutricional.