El acné es una de las enfermedades dermatológicas más comunes

Acné

El acné es una de las enfermedades dermatológicas más comunes. En general se inicia al llegar a la adolescencia y afecta por igual tanto a hombres como a mujeres con intensidad variable. Suele desaparecer de forma espontánea a partir de los 20 años, pero puede persistir durante bastantes más.

Se estima que el acné afecta al 85 % de la población adolescente, principalmente en la cara, y a veces también en el tronco, la espalda y en los hombros, zonas en las que el número de glándulas sebáceas es elevado. Las lesiones típicas del acné tienen lugar en el folículo pilosebáceo, las iniciales son los comedones (cerrados o abiertos: “espinillas”) que pueden evolucionar a pápulas y pústulas (“granos”), nódulos y quistes (estas últimas en los casos más severos).

El acné es una de las enfermedades dermatológicas más comunes. En general se inicia al llegar a la adolescencia y afecta por igual tanto a hombres como a mujeres con intensidad variable. Suele desaparecer de forma espontánea a partir de los 20 años, pero puede persistir durante bastantes más.

¿Cuáles son las causas del acné?
Los procesos que se tienen que dar para la formación del “grano” y que son las causas del acné son los siguientes:

Las glándulas sebáceas presentan una mayor producción de sebo, que se va acumulando en el poro o folículo pilo sebáceo.
Las células de la piel que forman el canal del folículo presentan un crecimiento alterado y se hacen más rígidas y también se acumulan en el poro. Este acúmulo de sebo y de células provoca una dilatación y taponamiento del mismo o comedogénesis: aparecen los llamados comedones, que pueden ser abiertos (“puntos negros o espinillas”) o cerrados (“puntos blancos”).
Los microorganismos integrantes de la flora cutánea normal presentes en el fondo del folículo o poro quedan atrapados en el comedón junto con las células de la piel muertas y el sebo. Se produce un microambiente idóneo para el crecimiento bacteriano, sobre todo del Propionibacterium acnés, que produce una reacción inflamatoria por parte del organismo, (enrojecimiento, hinchazón y dolor). Como resultado aparecen las llamadas pápulas y pústulas (“grano con pus”) que pueden llegar a formar lesiones más profundas como quistes y nódulos que pueden dejar cicatrices hipertróficas e incluso queloides.
Factores relacionados con la aparición del acné

El acné es una de las enfermedades dermatológicas más comunes. En general se inicia al llegar a la adolescencia y afecta por igual tanto a hombres como a mujeres con intensidad variable. Suele desaparecer de forma espontánea a partir de los 20 años, pero puede persistir durante bastantes más.Al ser una patología multifactorial puede verse favorecida o desencadenarse por diversas causas, como, por ejemplo:

La predisposición genética.
Los desajustes hormonales (pubertad, menstruación, embarazo, síndrome de ovarios poliquísticos, …).
El uso de productos inadecuados en la zona (cremas y/o cosméticos oclusivos, algunos medicamentos como los corticosteroides).
El estado emocional (cambios ambientales o el estrés).
Aunque popularmente se ha creído que la dieta (el chocolate, las grasas, …) contribuye a la formación del acné, no hay evidencia científica que apoye esta relación causal.
Acné: Tratamiento
El tratamiento del acné no siempre es el mismo y dependerá de diferentes factores.

En función de la gravedad de la patología, valorada según la presencia de cicatrices, los posibles efectos psicológicos que pueda producir y el fracaso de tratamientos previos, se puede optar por la terapia tópica, el tratamiento oral o la terapia quirúrgica.

Para el acné leve se recomiendan los tratamientos tópicos con diferentes medicamentos como antibióticos (eritromicina o clindamicina), peróxido de benzoilo; ácido azelaico, retinoides, adapaleno o combinaciones de los anteriores, También son útiles las mascarillas con óxido de zinc, azufre y alcanfor.
Para el acné moderado se utilizan, además de los productos tópicos, tratamientos orales como antibióticos (eritromicina y tetraciclinas) o retinoides (derivados de la vitamina A como la isotretinoína). Los retinoides orales producen la remisión completa de las lesiones, gracias a su efecto comedolítico y la disminución de la secreción sebácea. Se deben emplear bajo control médico, ya que pueden producir efectos adversos como queilitis (sequedad labios), conjuntivitis, epistaxis (sangrado nasal) o cefaleas. Además, al ser teratogénicos no deben ser administrados a mujeres embarazadas. Por último, los anticonceptivos orales (terapia hormonal) también se emplean para el tratamiento del acné moderado, por el hecho de que reducen la producción de sebo y constituyen una alternativa al fallo de los antibióticos.
Para el acné severo se administra isotretinoína oral, porque se considera que en este estado de la patología la relación beneficio/riesgo suele ser muy positiva.
El uso de crioterapia con nitrógeno líquido o el láser se reserva para casos graves en los que fallen el resto de los tratamientos.
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